Mi primer solo en la banda (de esto hace ya bastante)

13:32 / Publicado por Antonio /

Fue una de esas experiencias que no se olvidan. Llevo tocando el fagot durante algo más de cuatro años, he mejorado mucho a base de esfuerzo y tocaba demostrarlo. La vida de un músico siempre está llena de primeras veces, supongo que como en el resto de aspectos de la demás profesiones, pero muchas de ellas son especiales. La primera vez que soplas por el instrumento (si tocas un instrumento de viento), la primera vez que piensas que lo has hecho bien, la primera vez que tocas en grupo o acompañado… Pero sin duda, una de las primeras veces que más marcan, es la primera vez que tocas un solo en un concierto.

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Cuando lo recuerdo, miro atrás y me parece un momento muy emotivo. Me viene a la memoria lo nervioso que estaba. Estuve toda la pieza en tensión con un solo pensamiento en mi cabeza: esta es la obra en la que tocas tu primer solo, la primera vez en la que vas a acaparar toda la atención, así que intenta hacerlo bien.

La obra fue la adaptación para banda de viento de la banda sonora de “Bailando con Lobos”, con bastantes temas preciosos y cargados de sentimientos. Comenzaba con el bajo de fondo y las trompetas con la voz principal, pero de la forma más sutil que se puede imaginar. Luego nos unimos el resto de la banda progresivamente hasta alcanzar todo el esplendor que es posible en una banda de nuestras características (somos aproximadamente cincuenta músicos, aunque la mayoría no nos dedicamos a la música de forma profesional a pesar de nuestros estudios en las escuelas de música y el conservatorio). Mi parte se aproximaba y podía sentirlo porque el nerviosismo iba en incremento. Tenía la sensación de que nada estaba como debía: la caña demasiado seca, el fagot demasiado alejado y la partitura doblada. El fagot, a pesar de ser un instrumento bastante exclusivo (yo soy el único fagotista de mi ciudad, de 40000 habitantes), muchas veces queda relegado al acompañamiento mientras que la madera aguda toma el papel principal, ya que no siempre se puede asegurar que haya alguien para tocar la parte de fagot. Pero esta obra es distinta, al ser una adaptación de una obra para orquesta (en las que es imprescindible el fagot) no se ha perdido esta parte en la transcripción. Y entonces llegó mi parte, tomo aire, la banda se queda súbitamente en silencio y el director me da la entrada. Fue como caer al abismo, no había vuelta atrás. La sala entonces se llenó con el sonido de mi instrumento y tan pronto como empezó el solo, se acabó. La verdad es que salió bastante mejor de lo que esperaba, solo algunos compañeros fueron capaces de reconocer el nerviosismo en el sonido. Cuando acabé fue como volver a la vida, todas las sensaciones que me atormentaban desaparecieron de golpe y se esfumaron para siempre. Al acabar la obra el director de la banda nos levantó a los solistas entre los aplausos del público, en señal de reconocimiento, pero resulta bastante vergonzoso a la par que adulador.

Tocamos un par de obras más y terminó el concierto. Un concierto que me ha servido para evolucionar como músico, para crecer como persona. A la hora de un solo, mi labor como músico se ha vuelto muchísimo más fácil y los sentimientos ya no me atropellan. Fue una de las veces en la que más vivo me he estado. Cada vez que escucho esta banda sonora, todas esas sensaciones vuelven a mí de forma entrañable.

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